jueves, 18 de septiembre de 2014

The Maze Runner y el laberinto de las adaptaciones fílmicas.

Como mencionaba en entradas anteriores, últimamente Hollywood se ha encargado de convertir sagas completas de Young Adult en filmes. Ya sea desde la perspectiva romántica (como If I Stay o The Fault In Our Stars) hasta aventuras distópicas con toques románticos (The Hunger Games y Divergent) y, entre este mundo de aventuras adolescentes, se coloca otra saga de aventuras distópicas que busca abordar menos temas románticos y más de acción: The Maze Runner.

Debo advertirte, querido lector, que yo mismo me considero un fan irrevocable de este ramificación de la literatura, que está tan de moda actualmente, la llamada lectura para Adultos Jóvenes. Sin embargo, no por ello puedo dejar de reconocer los constantes clichés de los que hace gala este tipo de narrativas que (por supuesto) buscan llegar a las audiencias juveniles con elementos y salidas fáciles.

El caso de The Maze Runner no es la excepción. En esta aventura distópica se nos presenta un grupo de chicos jóvenes encerrados en el centro de un laberinto y sin memoria alguna. La premisa, de entrada, reverbera un poco en The Lord Of Flies e, incluso, en sus compañeras The Hunger Games y Divergent. Sin embargo, y conforme avanza la historia, los personajes retoman sus propias historias que proponen destinos diferentes a los de Katniss y Tris.



Pero ¿Cómo traducir todos los sucesos, y destinos de diversos personajes, de un libro de 500 páginas en tan sólo dos horas y media de filme? Esta es la interrogante a la que siempre me someto al momento de ver películas de este tipo.  Algunos me podrán decir que se necesitaría de más tiempo para poder realizar algo de esa magnitud. Yo, por otro lado, creo que mientras se mantenga la esencia del libro (junto a los elementos importantes que lo distinguen) no tiene porque ser una mala adaptación.

En el caso de The Maze Runner se presentan los aspectos esenciales de la historia. Thomas, el protagonista, pasa por el mismo proceso de adaptación en el filme que en su contraparte literaria. Ciertamente el director aprovecha técnicas narrativas para resumir eventos que en el libro duran más de 10 capítulos pero los aspectos importantes están ahí. Eso es lo que verdaderamente se agradece.

En ello radica que un libro goce de una buena adaptación. En entender a los personajes. Entender lo que los autores trataron de transmitir a través de ellos y evidenciarlo en los filmes. La psicología de cada uno de ellos debe de estar perfectamente delimitada y entendida como tal. De otra forma, todo lo que sucede a su alrededor no tendría sentido alguno.

Un claro ejemplo de ello es lo que parece que sucede con The Giver. Aún no he tenido la oportunidad de ver su adaptación al cine pero, por lo que los trailers y la crítica me han permitido conocer, sus creadores han cometido errores monumentales al momento de su adaptación. Jonah (el protagonista) tiene 16 años en lugar de los 12 con los que cuenta su contraparte literaria y Fiona (un personaje totalmente secundario en el libro) toma protagonismo innecesario.

Una buena adaptación debe hacer honor al libro y a las reglas diegéticas que fueron creadas como base esencial de la narrativa. Los personajes deben ser fieles a sus contrapartes. Los eventos cruciales (o puntos fijos inamovibles) deben estar presentes. La narrativa debe permitirnos disfrutar el filme como un producto audiovisual que se sostenga por si mismo sin necesidad de remitirnos al libro y a las esencialidades que lo componen.

Ahí tenemos el ejemplo de The Lord Of The Rings o la saga de Harry Potter. Ambos tuvieron diferentes usos narrativos que les permitieron ahondar en las historias que sus autores trataban de narrar desde un principio. Convirtiéndolas en unas de las sagas más redituables de principios de siglo.

The Hunger Games y Divergent corren con la misma suerte, a mi parecer. Tanto Katniss como Tris en sus personajes de cada filme sufren y viven los mismos obstáculos que sus contrapartes literarias. Ambas son mujeres que terminan peleando por una causa mayor que ellas. Ambas son partícipes de las circunstancias que las rodean y, para poder entender ello, es necesario ver su proceso emocional. Lo mismo que sucede con Thomas y Theresa. Algo que debe estar plasmado en el filme.



Por supuesto que The Maze Runner falla en otros aspectos de su adaptación y cae en el humor simple con tal de resolver la incomodidad de una situación mal planteada desde el guión. Incluso, el director se permite pequeños lujos que, desde una perspectiva mayor, pueden interpretarse como misoginia mal intencionada.

Sin embargo, son las tesituras de los personajes, y sus diferentes capas que los conforman, los que nos permiten gozar de una buena adaptación. Para que una adaptación fílmica de un libro funcione es necesario que sea fiel a las características narrativas más básicas que lo componen. No hay otra fórmula más efectiva que esa.




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