martes, 2 de septiembre de 2014

Lucy y los manifiestos cinematográficos.


Una de las cosas por las que más disfruto ir al cine es por la cantidad de emociones y sensaciones que cada película me hace vivir. Personalmente, una historia me deja satisfecho cuando me hace sentir algo; cuando me deja algo que me hace pensar y que me motiva a escribir. Sin embargo, son muy pocas las que me ponen de mal humor y, aún así, siento que me quedo con algo.

Dentro de ese pequeño umbral de enojos se ubica Terrence Malick y sus últimas dos obras: Tree Of Life y To The Wonder. Con ambas salí despotricando en contra de la historia, la fotografía, el mensaje y el ritmo del filme. Algo muy curioso me sucede con el cine de este director, me cuesta mucho trabajo ser objetivo con lo que muestra en sus filmes y me apasiono mucho tratando de defender mis argumentos de porqué no me gustan sus historias. Personalmente, me parece un director que se dedica a realizar caprichos filosóficos de interés personal y que nunca alcanzan a transmitir suficiente.

En general, no estoy muy de acuerdo con los caprichos (n'omás porque sí) de los directores que buscan -por medio de analogías  cinematográficas que muchas veces les quedan grandes-  en crear manifiestos filosóficos de la vida y el sentido que tiene nuestra existencia en la tierra. Sin embargo, esta semana un capricho de otro director, que plantea ideas parecidas a las de Malick, me calló la boca.

Como todos ustedes sabrán, queridos lectores, se acaba de estrenar la nueva película de Luc Besson, Lucy. De entrada, esta película se vendió a los espectadores como otra historia de "superhéroes" con poderes, lo cual sólo fue reforzado por la participación de Scarlett Johansson (también conocida como Black Widow) y un sinnúmero de escenas de ella haciendo uso de sus poderes.

Sin embargo, y para mi grata sorpresa, la historia toma una dirección totalmente contraria. Si bien es cierto, podemos gozar de momentos extraordinarios donde Lucy hace uso de sus "poderes mentales", gracias a una droga que incrementa su capacidad cerebral,  pero estos eventos no son más que un pequeño contexto  (o pretexto, de alguna manera) de algo mucho más grande que sucede a lo largo de todo el filme.

Luc Besson (gracias a la capacidad mental de Lucy) nos expone un manifiesto (muy trans-humanista) donde sus  argumentos giran alrededor de la creación del universo, la vida humana, la muerte, la moral del ser humano y la importancia del tiempo. El director hace uso de la ciencia ficción y explica el sentido que el cree que tiene la vida en la tierra y el futuro que nos depara si seguimos viviendo como lo hacemos actualmente.

Lucy -como su personaje lo hace en la película- funciona como un camaleón mutable que el director usa a su conveniencia para explicar los diferentes niveles narrativos de su filme. De forma que ella toma (de forma muy sutil) los papeles de protagonista, narradora, voz re-presentativa del director, símbolo y personaje omnipresente, al mismo tiempo que la historia se va desenvolviendo frente a nosotros. Lucy se convierte en nuestro acompañante y protagonista de la película.

Con esto, Luc Besson nos inunda con imágenes que hacen alusión a la teoría de la evolución en contraposición con el creacionismo, la relación intrínseca entre el tiempo y el cambio, el impacto de los humanos en la tierra y el sentido de la vida.


Sin embargo, en esto radica uno de los mayores problemas del filme: los enormes huecos en la continuidad de la historia. El director, en su afán de no hacer de Lucy una simple historia de ciencia ficción y más un manifiesto personal, omite importantes detalles secuenciales que son cruciales para entender  algunas conexiones entre escena y escena y, en su lugar, le da más importancia a todo lo que sucede alrededor de su historia: sus propio punto de vista.

Personalmente, Lucy es de las pocas películas de este año que me han dejado pensando (aún a la fecha) y que he disfrutado enormemente. Quizás disfruté más de este pequeño capricho de Luc Besson debido a su bagaje en ciencia ficción o quizás simplemente la narrativa me logró atrapar desde el principio pero, sin duda alguna, es uno de los filmes que más he disfrutado de este año y que, con gusto, compraré cuando salga a la venta.


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